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otros bendecían al Señor que había glorificado maravillosamente su propio Lugar; y el Templo, lleno poco antes de miedo y turbación, rebosaba de gozo y alegría después de la manifestación del Señor Todopoderoso. (II Macabeos 3, 30)
Pues grande es el poderío del Señor, y por los humildes es glorificado. (Eclesiástico 3, 20)
Has aumentado la nación, Yahveh, has aumentado la nación y te has glorificado, has ampliado todos los límites del país. (Isaías 26, 15)
Ahora, pues, dice Yahveh, el que me plasmó desde el seno materno para siervo suyo, para hacer que Jacob vuelva a él, y que Israel se le una. Mas yo era glorificado a los ojos de Yahveh, mi Dios era mi fuerza. (Isaías 49, 5)
Dirás: Así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy contra ti, Sidón; en medio de ti seré glorificado. Se sabrá que yo soy Yahveh, cuando yo haga justicia de ella y manifeste en ella mi santidad. (Ezequiel 28, 22)
«Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres, digno de loor, y tu nombre sea glorificado eternamente. (Daniel 3, 26)
Bendito seas en el firmamento del cielo, cantado, glorificado eternamente. (Daniel 3, 56)
te has engreído contra el Señor del Cielo, se han traído a tu presencia los vasos de su Casa, y tú, tus dignatorios, tus mujeres y tus concubinas, habéis bebido vino en ellos. Habéis celebrado a los dioses de plata y oro, de bronce y hierro, de madera y piedra, que no ven ni oyen ni entienden, pero no has glorificado al Dios que tiene en sus manos tu propio aliento y de quien dependen todos tus caminos. (Daniel 5, 23)
Esto lo deciá refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado. (Juan 7, 39)
Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» (Juan 11, 4)
Esto no lo comprendieron sus discípulos de momento; pero cuando Jesús fue glorificado, cayeron en la cuenta de que esto estaba escrito sobre él, y que era lo que le habían hecho. (Juan 12, 16)
Jesús les respondió: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre. (Juan 12, 23)