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Ustedes quisieron hacerme daño, pero Dios quiso convertirlo en bien para que se realizara lo que hoy ven: conservar la vida de un pueblo numeroso. (Génesis 50, 20)
No te postres ante esos dioses, ni les sirvas, porque yo, Yavé, tu Dios, soy un Dios celoso. yo pido cuentas a hijos, nietos y biznietos por la maldad de sus padres que no me quisieron. (Exodo 20, 5)
Entraron hasta el valle de Escol y vieron la tierra, pero luego desanimaron a los israelitas, que ya no quisieron entrar en la tierra que Yavé les había dado. (Números 32, 9)
Ustedes, sin embargo, no quisieron subir, sino que se rebelaron contra las órdenes deYavé. (Deuteronomio 1, 26)
Pero aquellos hombres no quisieron escucharlo. Entonces el hombre tomó a su concubina y se la sacó fuera. Ellos la violaron, la maltrataron toda la noche y hasta la mañana y la dejaron al amanecer. (Jueces 19, 25)
Entréguennos, pues, a esa gente, esos malvados de Guibea, para que los matemos y desaparezca el mal de Israel.» Pero los benjaminitas no quisieron hacer caso a sus hermanos israelitas. (Jueces 20, 13)
Saúl y su gente dejaron con vida a Agag y lo mejor de sus rebaños y ganados, vacunos y corderos gordos; en una palabra, no quisieron condenar a la destrucción nada de lo bueno que había. En cambio sacrificaron lo que no servía o carecía de valor.Entonces Yavé dirigió su palabra a Samuel y le dijo: (1 Samuel 15, 9)
En seguida el rey dijo a los de su guardia que estaban a su lado: «Acérquense y maten a los sacerdotes de Yavé, porque también están con David y, sabiendo que él huía, no me lo comunicaron.» Pero los servidores del rey no quisieron levantar su mano para herir a los sacerdotes de Yavé. (1 Samuel 22, 17)
Entonces, Menajem se apoderó de Tapuaj y mató a todos sus habitantes, devastando su territorio desde Tirsá, porque no quisieron abrirle las puertas. Y a todas las mujeres embarazadas les abrió el vientre. (2 Reyes 15, 16)
Al lado de éstos trabajaron los habitantes de Tecoa, pero sus notables no quisieron cooperar en la empresa en servicio de su Señor. (Nehemías 3, 5)
No quisieron escucharte ni recordaron todos los prodigios que hiciste para ellos. Endurecieron su cabeza como rebeldes y quisieron volver a la esclavitud de Egipto. Pero tú, Dios del perdón, misericordioso y clemente, lento para enojarte y rico en bondad, no los abandonaste. (Nehemías 9, 17)
Sus hijos entraron y se apoderaron del país. Tú, ante ellos, aplastaste a sus habitantes, los cananeos, y los pusiste en sus manos con sus reyes y todos sus habitantes. Hicieron de ellos lo que quisieron. (Nehemías 9, 24)