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Por eso se llamó Babel: allí, en efecto, el Señor confundió la lengua de los hombres y los dispersó por toda la tierra. (Génesis 11, 9)
Los dos tenían, en efecto, demasiadas posesiones para poder vivir juntos, y el territorio donde residían no daba abasto para tanto ganado. (Génesis 36, 7)
En efecto, el Faraón se enteró de lo sucedido, y buscó a Moisés para matarlo. Pero este huyó del Faraón, y llegó al país de Madián. Allí se sentó junto a un pozo. (Exodo 2, 15)
En efecto, al día siguiente el Señor cumplió su palabra y entonces murió todo el ganado de Egipto. A los israelitas, en cambio, no se les murió ni un solo animal. (Exodo 9, 6)
Pero si la mancha permanece estacionaria, sin extenderse por la piel, y pierde intensidad, es simplemente efecto de la quemadura. El sacerdote tendrá que declararlo puro, porque no es más que la cicatriz de la quemadura. (Levítico 13, 28)
Miriam y Aarón se pusieron a murmurar contra Moisés a causa de la mujer cusita con la que este se había casado. Moisés, en efecto, se había casado con una mujer de Cus. (Números 12, 1)
También este era considerado un país de gigantes. En efecto, allí habitaron antiguamente los gigantes que los amonitas llaman zamzumíes. (Deuteronomio 2, 20)
Si lo que el profeta dice en nombre del Señor no se cumple y queda sin efecto, quiere decir que el Señor no ha dicho esa palabra. El profeta ha hablado temerariamente: no le temas. (Deuteronomio 18, 22)
Pero los israelitas cometieron una infidelidad con las cosas que debían ser consagradas al exterminio. En efecto, Acán -hijo de Carmí, hijo de Zabdí, hijo de Zéraj, de la tribu de Judá- se reservó algunas de esas cosas, y la ira del Señor se encendió contra los israelitas. (Josué 7, 1)
En efecto, al ver que los hombres emboscados habían tomado la ciudad y que el humo subía de ella, Josué y todo Israel volvieron atrás y acometieron contra los hombres de Ai. (Josué 8, 21)
lo mismo que los rubenitas y los gaditas, ya han recibido la herencia que les dio Moisés en el lado oriental del Jordán". En efecto, Moisés, el servidor del Señor, había asignado a esas tribus, (Josué 13, 8)
Su padre y su madre no sabían que esto procedía del Señor. El Señor, en efecto, buscaba un pretexto contra los filisteos, porque en ese tiempo los filisteos dominaban a Israel. (Jueces 14, 4)