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  • Y les midió las costillas causándoles un gran estrago. Después bajó a la gruta de la roca de Etam y se quedó allí. (Jueces 15, 8)

  • El dijo: «Trae el manto que tienes encima y sujeta bien.» Sujetó ella, y él midió seis medidas de cebada y se las puso a cuestas, y él entró en la ciudad. (Rut 3, 15)

  • Batió también a los moabitas y los midió con la cuerda, haciendo que se echaran en tierra; midió dos cuerdas y los condenó a muerte, y una cuerda llena la dejó con vida. Los moabitas quedaron sometidos a David, pagando tributo. (II Samuel 8, 2)

  • ¿Quién midió los mares con el cuenco de la mano, y abarcó con su palmo la dimensión de los cielos, metió en un tercio de medida el polvo de la tierra, pesó con la romana los montes, y los cerros con la balanza? (Isaías 40, 12)

  • Y he aquí que por el exterior de la Casa había un muro, todo alrededor. La vara de medir que el hombre tenía en la mano era de seis codos de codo y palmo. Midió el espesor de la construcción: una vara, y su altura: una vara. (Ezequiel 40, 5)

  • Vino luego al pórtico que miraba a oriente, subió sus gradas y midió el umbral del pórtico: una vara de profundidad. (Ezequiel 40, 6)

  • Midió el vestíbulo del pórtico: ocho codos; su pilastra: dos codos; el vestíbulo del pórtico estaba situado hacia el interior. (Ezequiel 40, 9)

  • Midió la anchura del vano del pórtico: diez codos, y la longitud del pórtico: trece codos. (Ezequiel 40, 11)

  • Midió el pórtico desde el fondo de una lonja hasta el fondo de la otra; anchura: veinticinco codos de una entrada a la otra. (Ezequiel 40, 13)

  • Midió el vestíbulo: veinte codos; el atrio giraba todo alrededor del pórtico. (Ezequiel 40, 14)

  • Midió la anchura del atrio, desde la fachada del pórtico inferior hasta la fachada del atrio interior, por fuera: cien codos (a oriente y al norte). (Ezequiel 40, 19)

  • Midió después la longitud y la anchura del pórtico que daba al norte del atrio exterior. (Ezequiel 40, 20)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina