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  • Y no dejaréis nada de él para la mañana; lo que sobre al amanecer lo quemaréis. (Exodo 12, 10)

  • Joás repondió a todos los que tenía delante: «¿Es que vosotros vais a salir en defensa de Baal? ¿Vosotros le vais a salvar? (El que defiende a Baal, tiene que morir antes del amanecer.) Si es dios, que pleitee con él, ya que le destruyó su altar.» (Jueces 6, 31)

  • Pero aquellos hombres no quisieron escucharle. Entonces el hombre tomó a su concubina y se la sacó fuera. Ellos la conocieron, la maltrataron toda la noche hasta la mañana y la dejaron al amanecer. (Jueces 19, 25)

  • Pasa aquí esta noche, y mañana, si él quiere ejercer su derecho, que lo ejerza; y si no quiere, yo te rescataré, ¡vive Yahveh! Acuéstate hasta el amanecer.» (Rut 3, 13)

  • Saúl dijo: «Bajemos durante la noche en persecución de los filisteos y saqueémoslos hasta el amanecer; no dejaremos ni un solo hombre.» Le respondieron: «Haz lo que mejor te parezca.» Pero el sacerdote dijo: «Acerquémonos aquí a Dios.» (I Samuel 14, 36)

  • y la tierra se estremeció con el estruendo de los ejércitos. Se trabó el combate y se mantuvo desde el amanecer hasta la caída de la tarde. (I Macabeos 9, 13)

  • Jonatán y los suyos, como veían brillar las fogatas, no se percataron de su partida hasta el amanecer. (I Macabeos 12, 29)

  • Al amanecer, al rayar el alba, el rey se levantó y se dirigió a toda prisa al foso de los leones. (Daniel 6, 20)

  • Al amanecer, cuando volvía a la ciudad, sintió hambre; (Mateo 21, 18)

  • Pronto, al amanecer, prepararon una reunión los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín y, después de haber atado a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato. (Marcos 15, 1)

  • Obedecieron, y al amanecer entraron en el Templo y se pusieron a enseñar. Llegó el Sumo Sacerdote con los suyos, convocaron el Sanedrín y todo el Senado de los hijos de Israel, y enviaron a buscarlos a la cárcel. (Hechos 5, 21)

  • Subió luego; partió el pan y comió; después platicó largo tiempo, hasta el amanecer. Entonces se marchó. (Hechos 20, 11)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina