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Todo lo que tiene movimiento y vida les servirá de alimento; se lo entrego lo mismo que hice con las legumbres y las hierbas. (Génesis 9, 3)
Y yo la hice mi mujer porque me dijiste que era tu hermana. ¡Ahí tienes a tu esposa! ¡Tómala y márchate!» (Génesis 12, 19)
Así, pues, al llegar hoy a la fuente hice esta súplica: «Yavé, Dios de mi señor Abrahán, si quieres que el viaje que he emprendido tenga éxito, concédeme lo siguiente: (Génesis 24, 42)
Serás forastero en esa tierra, pero yo estaré contigo y te bendeciré. Pues quiero darte a ti y a tus descendientes todas estas tierras, cumpliendo así el juramento que hice a tu padre Abrahán. (Génesis 26, 3)
Y Jacob dijo a su padre: «Soy Esaú, tu primogénito. Ya hice lo que me mandaste. Levántate, siéntate y come la caza que te he traído. Después me bendecirás.» (Génesis 27, 19)
Yo, tu servidor, me hice responsable por el joven ante mi padre y le dije: «Si no te lo traigo de vuelta, seré culpable ante mi padre para siempre.» (Génesis 44, 32)
Ustedes celebrarán la fiesta de los Azimos, pues éste es el día en que los hice salir de Egipto. Ustedes celebrarán ese día de generación en generación: este rito es para siempre. (Exodo 12, 17)
Moisés dijo: «Yavé ha dado esta orden: Guarden una medida de maná para sus descendientes, para que vean el alimento que les di de comer en el desierto cuando los hice salir de Egipto.» (Exodo 16, 32)
Yo soy Yavé, que los santifico a ustedes y que los hice salir de Egipto para ser su Dios, Yo, Yavé.» (Levítico 22, 33)
para que los descendientes de ustedes sepan que yo hice vivir en chozas a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto: ¡yo soy Yavé, su Dios!» (Levítico 23, 43)
Porque todo primogénito me pertenece desde el día en que hice morir a todos los primogénitos de Egipto; entonces consagré para mí a todos los primogénitos de Israel; tanto de hombre como de ganado son para mí: ¡yo soy Yavé!» (Números 3, 13)
que la desgracia caerá sobre esa gente. Porque vieron mi Gloria y mis maravillas, vieron lo que hice en Egipto y en el desierto, y a pesar de eso me tentaron más de diez veces y no me escucharon. (Números 14, 22)